25 AÑOS, 25 REFLEXIONES:
LA FORMACIÓN EN LA UNIVERSIDAD

Historias pequeñas de la UNSAM

José Emilio Burucúa *

Fui por más de veinte años profesor de historia moderna en la UBA. En 2004, pasé a ser profesor de historia cultural en la UNSAM, pues me atrajo el gran proyecto para crear un instituto de restauración, conservación y estudio del patrimonio artístico, documental y cultural de la República. El Instituto, al que acompañé hasta 2008, existe y progresa de modo ejemplar. Entre esa fecha y el presente, no me dediqué sino a la docencia y la investigación de pequeña escala. Por eso, tengo algo para decir de los estudiantes con quienes estuve en contacto durante el último período, alumnos de grado, mis predilectos por las razones que enseguida se pondrán de manifiesto.

Aquí tuve una de mis experiencias más exultantes como profesor, en el curso universitario que dicté en la unidad carcelaria de José León Suárez. ¿Qué mejor que alumnos que leen la bibliografía, reflexionan sobre las lecturas y sienten la clase como una instancia de liberación? Sólo se requieren entusiasmos mutuos y certezas de que la libertad completa es anunciada por la libertad del pensamiento y el debate de ideas. De los mejores diez alumnos que reconocí en mis 49 años de docencia (como Sergio y Anahí en Ushuaia, Silvina, Nicolás, Laura y Julián en Buenos Aires, Ariel y Karina en San Martín), Waldemar en el penal ha sido uno de los más libres y universales, con cerebro omnívoro, espíritu crítico, alma grande.

Hoy debo duplicar mi lista para abrazar en ella a dos estudiantes cuyos trabajos me mostraron caminos impensados en dos temas que frecuento obsesivamente desde hace años. ¿Cómo narrar de modo sintético, austero y emocionalmente intenso a la vez? Yanina me permitió entrever la fórmula. ¿Por qué el mal? Mauro escribió una historia y un comentario que, tal vez, no han dado la solución a un problema que parecería no tenerla, pero ha alimentado mi esperanza de que, algún día, sea yo capaz de derrotar el mal en mi interior, en las palabras que digo y en los actos que realizo, lo cual equivaldría a conquistar serenidad en el final del recorrido.

En un altísimo porcentaje, los alumnos de la UNSAM son los primeros miembros de sus familias que alcanzan la educación superior. Ese factor tiene un peso decisivo en la atmósfera de estudio que emana del aula, pues los alumnos perciben la universidad como palanca fundamental del progreso social. Y si bien, por fortuna, no faltan las críticas a las relaciones de poder en la sociedad y la institución (entre profesores y alumnos, por ejemplo), no he detectado escépticos ni “superados”. Al contrario, encontré espíritus conscientes de las falencias humanas, volcados con esperanzas nada ingenuas al aumento de su saber reflexivo sobre el mundo.

 

* Doctor en Filosofía y Letras de la UBA. Profesor de Problemas de Historia Cultural en la UNSAM, desde 2004 hasta 2016. Sus libros más importantes son: El mito de Ulises en el mundo moderno (Eudeba, 2013) y, escrito en colaboración con Nicolás Kwaitkowski, Cómo sucedieron estas cosas. Representar masacres y genocidios (Katz, 2014).
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