25 AÑOS, 25 REFLEXIONES:
LA FORMACIÓN EN LA UNIVERSIDAD

La hermosa experiencia de la docencia

Gerardo D. Castro *

Antes de mi encuentro con esta universidad mi experiencia como docente se reducía a la participación ocasional en el programa de algún curso sobre temas especiales de la Toxicología, vinculados con mi actividad como investigador y con una audiencia que poco se parecía a la de un curso de grado o de posgrado. En otras palabras, llegué a la verdadera docencia de la mano de la UNSAM. En los primeros tiempos fue como profesor en un posgrado de especialización y solamente unos cuantos años después me tocó hacerme cargo de un curso de grado en la Ingeniería Ambiental. Como puede deducirse, ha sido un recorrido atípico el de mi carrera docente.

No pretenden estas palabras relatar una experiencia personal que poco puede interesar si no que lo que busco es transmitir un sentimiento, una reflexión vital, si se quiere: la gratitud a una institución universitaria pública por haberme dado la oportunidad de descubrir en mí algo que ignoraba hasta entonces: la docencia como vocación, como una satisfacción personal sintiéndome útil a otros.

Porque el docente no solamente brinda sus clases preparadas con esmero, con recursos didácticos, con rigurosidad académica. Un docente de alma brinda además a sus alumnos sus opiniones, consejos, siente la responsabilidad de saberse observado como un ejemplo en muchos sentidos. Y cuando sus alumnos lo consultan, a veces por temas que son laterales a su cátedra, o cuando ex alumnos lo recuerdan con afecto aún habiendo pasado años…entonces tiene la gratificación que solo dan las cosas bien hechas.

El ámbito de la UNSAM es tan motivador como creo que pocas universidades deben tenerlo: la posibilidad de interactuar con disciplinas tan ajenas a la propia, todas reunidas en un mismo campus. Es esto un estímulo muy fuerte para abrir la mente de un profesor, para no encasillarse, para comprender al otro. No puede transmitirse lo que no se vive, por lo que un docente necesita vivir la universidad, lo que dice esa palabra: un universo de conocimiento y de experiencia humana ¡Esto es posible en nuestra universidad!

Si la vida pudiera representarse como un camino a la orilla del mar, con un final que no puede verse, entonces el docente debe ser consciente que sus huellas son observadas, que podrían ser seguidas. Deben ser entonces huellas de pasos firmes, coherentes con su camino. En algún sentido el profesor transmite experiencia de vida, y es así como debe vivirse esta vocación.

 

* Gerardo D. Castro. Doctor en Ciencias Químicas (UBA). Profesor asociado, en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental. Jefe del laboratorio "Centro de Investigaciones Toxicológicas (CEITOX-UNIDEF), en CITEDEF.
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