25 AÑOS, 25 REFLEXIONES:
LA FORMACIÓN EN LA UNIVERSIDAD

La UNSAM y las promesas de la modernidad

Mariana Heredia *

Mis cuatro abuelos vivieron en San Martín: los paternos, empleados, cerca del centro; los maternos, obreros, en Villa Maipú. Mis padres estudiaron en la capital y todavía recuerdan el esfuerzo de trabajar todo el día, tomarse el tren, estudiar de noche y volver medio dormidos para recomenzar el ritual al día siguiente. Después se mudaron y para mí San Martín se confundió con el asado del domingo, las herramientas prolijas de mi abuelo, el perfume a torta y a jardín de mis abuelas. Volví a San Martín mucho después. En 2007, acababa de terminar mi doctorado en Francia y vivía la efervescencia de un tiempo donde muchos sueños parecían cumplirse.
Para mí, el sueño anidó en el IDAES y en el desafío que planteaba, al unirse con la UNSAM, de conciliar mundos que parecían irreconciliables. Por un lado, la excelencia en los núcleos científicos, intelectuales, artísticos, el intercambio activo con los centros más destacados del mundo, la contribución singularísima a la producción de sabiduría y belleza en sus formas contemporáneas. Por el otro, la integración a un territorio postergado, las experiencias de vida diversas, muchas de ellas signadas por la desidia, la vulnerabilidad y la violencia.
En una sociedad fracturada, la UNSAM me deparó una experiencia humana maravillosa. En sus aulas, tuve el gusto de enseñarle codo a codo al obrero de una cadena de montaje y a una jueza, a una chica salida del secundario y a un hombre maduro con ansias de superación, a egresados de las escuelas privadas de Villa Ballester y a un chico recién salido de la cárcel. En el intercambio con los estudiantes tuve muchas veces la sensación de encontrarme en una especie de santuario laico, un sitio de paz, compromiso y enriquecimiento, una ocasión genuina para la convivencia y el diálogo.
Así, la UNSAM significó para mí el redescubrimiento práctico de las conquistas más loables de la modernidad: el respeto por las diferencias, la capacidad transformadora del conocimiento, el trabajo por una sociedad más justa, la apuesta, a través del esfuerzo, por el progreso individual y colectivo. Ese espacio también me mostró la fragilidad de estas empresas. Desde dentro, me enfrentó a la amenaza de guettorización, a la rosca irresponsable, al facilismo o el abatimiento y sus desenlaces conocidos: la privatización o la decadencia de lo público. Ante el fuera, me hizo consciente de la estigmatización ignorante de quienes se conforman con criticar todo proyecto esperanzador.
Frente a esas asechanzas, ¡felices 25 años UNSAM! Ojalá siga movilizando sueños y empeño para responder, con sensibilidad e inteligencia, a la tensión de su promesa originaria.

 

* Licenciada en Sociología de la UBA, doctora en sociología de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Es investigadora independiente de CONICET con sede en la UNSAM. Profesora de Estructura y Desigualdades Sociales de la licenciatura y de Análisis de la Estructura Social y Sociología de las elites en las Maestrías del IDAES. Su libro más recientes es Cuando los economistas alcanzaron el poder (Siglo XXI: 2015).