25 AÑOS, 25 REFLEXIONES:
LA FORMACIÓN EN LA UNIVERSIDAD

Recibir, crear, arraigar

Marcelo Urresti *

Cuando llegué a la UNSAM –hace unos cinco años– intuí que me encontraba en un ámbito prometedor. El espacio y sus instalaciones, un verdadero impacto para el que llega por primera vez, ya me indicaban un sentido: el pasado industrial con sus talleres reciclados, las nuevos edificios con su audacia, las esculturas con sus mensajes abiertos, todo parecía dirigirse a una síntesis, a una forma de unión productiva que no ocultaba su diversidad interna. El campus ofrece un conjunto donde los cuerpos en su movimiento son la señal del encuentro y el intercambio, de la construcción de comunidades, del diálogo entre disciplinas, claustros y generaciones. Allí tienen lugar las prácticas cotidianas que permiten soñar con la utopía de la universalidad del saber, esa idea central de toda universidad.
En la UNSAM la enseñanza tiene un rol fundamental, alejado de lo que sucede en otras instituciones: no es un obstáculo o una carga para otras tareas “más importantes”, ni es un trámite rutinario de reposición de contenidos: enseñar aquí es una tarea que comienza con el amparo –que no es mera contención–, un acto de recibir al que llega para hacerle lugar. La docencia juega aquí como esa invitación permanente que actualiza la proyección de futuros colegas a través de la transmisión de conocimientos.  Así, la tarea docente contribuye  con la formación de universitarios de primera generación, muchos de los cuales además provienen de hogares donde se llegó con dificultad a terminar el primario, lo cual supone un salto gigante. Sólo por eso, la UNSAM puede darse por satisfecha.
Pero hay otras cuestiones, desde ya, como la investigación. Los institutos se articulan alrededor de temas de interés, en muchos casos de vanguardia; las disciplinas se acercan y se complementan; los proyectos innovadores crecen junto con saberes casi ausentes en otros lugares, como ciertas ramas del arte, la comunicación o el psicoanálisis. Investigar es de este modo participar de una comunidad de creación. A mi juicio, lo mejor que le puede suceder a un universitario es trabajar en la transformación de una materia que a su vez lo transforma. Investigar puede ser una aventura, un abismo encantador donde gobierna la imaginación, y la UNSAM lo propicia. Entre lo que veo y lo que espero, comprendo que los trabajos de recibir y proyectar con otros forjan colegas y pares, crean una labor conjunta entre las generaciones y dejan una estela que lentamente se cristaliza en un estilo de hacer. Eso que se aprecia en una comunidad efervescente y llena de vitalidad, legado de estos veinticinco años de existencia, una edad casi irreverente para una universidad, que la coloca todavía en una etapa fundacional. Esta joven institución comienza a arraigar en la comunidad inmediata que la ha recibido y la valora, en la comunidad más amplia que la reconoce y la escucha. Esta comunidad entre saber, amparo y creación festeja su siempre renovada actividad fundacional.
¡Felices primeros veinticinco años! ¡Por un largo y productivo porvenir! ¡Que el proyecto continúe y se fortalezca!

 

* Sociólogo, docente de grado en el área de teoría sociológica y de posgrado en temas de cultura y sociedad en el IDAES.