25 AÑOS, 25 REFLEXIONES:
LA FORMACIÓN EN LA UNIVERSIDAD

La experiencia universitaria: de la cartelera al holograma

Walter Cenci *

Sería el año 1997, las actividades de la UNSAM se reunían en torno al Patio Esquiú, y su pasillo de entrada no sólo invitaba a desarrollar allí los primeros sueños de formación e investigación. Sus paredes oficiaban de cartelera, nutriendo de información diversa, acompañando una variedad de propuestas, que presagiaba lo que allí estaba en ciernes, lo que sería en un futuro próximo el estilo de la Unsam: multiplicar propuestas, abastecer de diversos recorridos la experiencia de quien transite por ella, ofrecer una identidad bajo la vida universitaria.
En esa pared vi un folleto que invitaba a anotarse a los cursos de inglés y portugués. Unos días después pregunté por el inicio de esas clases, que yo estimaba como una valiosa herramienta de complementación en la formación de los alumnos, y al escuchar que no se habían abierto, tuve la curiosidad de saber si era por la falta de necesidad de aprender idiomas o por alguna otra razón. Quien estaba a cargo me dijo que no se habían abierto los cursos, no porque nuestros alumnos ya supieran esas lenguas, sino porque simplemente no habían leído la cartelera, y en general no sabían qué otras actividades podían realizar en la universidad.
Advertí que los alumnos eran solamente alumnos, que aún no estaba en ellos presente la dimensión de lo que puede ser la experiencia universitaria: la creación de una identidad que se compone no sólo de aprobar materias, sino de apropiarse de capacidades, de recursos, de hábitos, de estrategias que se despliegan en la interioridad de cada uno pero que encuentran su posibilidad de desarrollo en la vida que una institución propicia, estimula, exige y hace crecer. Leer una cartelera tal vez sea un detalle, pero ser parte de la UNSAM implica desarrollar una configuración de nosotros mismos más plena. Hoy la UNSAM no sólo tiene una oferta polifónica de formación en los diversos grados, también una fecunda impronta en la creación y transmisión del saber en ciencia, en humanidades y en creaciones artísticas, así como una proyección en la sociedad de sus prácticas, de sus innovaciones y de su compromiso: es un espíritu y una comunidad que se manifiesta en esa multiplicidad de acciones, de inquietudes materializadas en retorno hacia la comunidad que la sostiene y justifica.
Se puede soñar con una universidad que no sólo contenga la diversidad de saberes, de tradiciones, de creaciones, sino que logre que cada uno de sus habitantes –como los corpúsculos de un holograma– sea él también esa multiplicidad, esa experiencia del saber y de la creación. Seguir soñando todavía.

 

* Doctor en Psicología, docente, Secretario de Investigación del Instituto de Artes Mauricio Kagel. Dedicado a temas del psicología del arte y de estética. Autor, entre otros libros de: Estéticas de la alteridad. Lenguaje, cuerpo y tecnología en el arte contemporáeno,  Baudrillard y el Cuerpo y Colusiones, Azar, arte y pensamiento en Trías, Deluez y Baudrillard