20 AÑOS, 20 TÓPICOS

CIENCIA

Tres problemas actuales

Por Héctor A. Palma

La ciencia, una de las más maravillosas invenciones de la mente humana, hoy define nuestros modos humanos de vivir como nunca antes en la historia. Mares de tinta se han derramado para hablar sobre ello; por eso, en este brevísimo escrito, solo me ocuparé de tres cuestiones acuciantes para la ciencia actual.

Primero, algo sobre el conocimiento global disponible y los desafíos estructurales que enfrenta. El saber científico está organizado, principalmente, a partir del tipo de objetos estudiados y las formas de abordarlos. Esta división teórico/disciplinar - que se refleja también en la organización administrativa, académica y cultural de los saberes- surge del estilo de racionalidad científica moderna quepodríamos calificar como analítica y compartimentadora de la realidad estudiada. Sin dudas, esta forma de organizar, producir y distribuir el conocimiento ha tenido a lo largo de los últimos siglos éxitos deslumbrantes, marcados por el crecimiento exponencial de ese conocimiento y por un proceso de especialización y especificidad que llega a niveles increíbles. Como contrapartida, la solución o, al menos, la administración racional de los problemas más acuciantes de la Humanidad- la degradación del medioambiente natural, la superpoblación, la desigualdad creciente (globalización y capitalismo financiero mediantes), los conflictos armados (capaces como nunca de llegar a la autodestrucción de la Humanidad), la posible transformación tecnológica de la condición humana- requieren como condición necesaria, aunque clara y definitivamente insuficiente si la política no acompaña, del abordaje integrado y abarcativo de fenómenos sumamente complejos y polifacéticos. En este contexto, el problema parece ser cómo reorganizar la ciencia a futuro, dado que el sistema académico (publicaciones, planes de estudio, carreras académicas individuales, distribución de subsidios, evaluación por pares, sistemas de premiación, ascenso y adquisición de prestigio), está organizado según divisiones disciplinaresultraespecializadas; cómo lograr científicos distintos, rompiendo este estilo de fragmentación. Los intentos inter, multi y, sobre todo transdiciplinarios van en este sentido aunque, en el camino actual, nadie asegura que vayan a ser exitosos si no se producen cambios estructurales profundos en la formación académica.

El segundo problema, casi paradójico, es la proliferación de pseudociencias y/o discursos irracionalistasen los medios masivos de comunicación, en las redes sociales e incluso en producciones académicas, en una cultura con una presencia de la ciencia y la tecnología ubicua e inédita en la vida diaria. El problema, en este caso, es que no se trata solo de un conjunto de creencia individuales y privadas sino que esos puntos de vista se transformaron en interlocutores legitimados en buena parte de las decisiones políticas e incluso en producciones académicas. El conjunto es muy heterogéneo: terapias cuasi mágicas –algunas peligrosas además deengañosas y fraudulentas; negacionismos varios (del cambio climático, del Holocausto, del genocidio armenio o sobre la dictadura militar argentina de 1976); los movimientos antivacunas; el “diseño inteligente”; algunas variantes radicales de discursos aceptados por políticamente correctos (de multiculturalismo o género, por ejemplo); el terraplanismo, por citar tan solo algunos ejemplos conspicuos. Este problema interpela a los científicos sobre su responsabilidad de intervenir en la arena pública de estos debates aunque los mismos no comporten ningún beneficio académico o teórico inmediato.

El tercer problema es lograr políticas científico-tecnológicas duraderas, independientes y consistentes con el desarrollo económico en países periféricos como el nuestro. El bienestar de nuestros pueblos depende en buena medida de ello.