20 AÑOS, 20 TÓPICOS

LENGUAJE

Por Diego Ríos

El lenguaje es un elemento central en la filosofía. Existen diferentes razones para ello. En primer lugar, el lenguaje constituye un medio de comunicación a través del cual se diseminan ideas dentro de una comunidad. Dentro de esta perspectiva, una importante parte de la filosofía del lenguaje intenta entender cómo sonidos o signos –esto es, elementos con propiedades físicas espaciotemporalmente localizadas– pueden producir efectos semánticamente evaluables –esto es, enunciados que pueden ser verdaderos o falsos–. Dicha parte de la filosofía del lenguaje –cercana a la semántica y a la pragmática– busca entender cómo es posible ese “milagro” por el cual objetos físicos –estructuras sintácticas abstractas, combinadas de acuerdo a ciertas reglas precisas–adquieren poder representacional. Importantes teorías contemporáneas, como las de Grice, Strawson, Searle y Sperber y Wilson, son una muestra de dicha preocupación y de las ricas intuiciones que pueden aportar a la comprensión de la comunicación.

Por otra parte, el lenguaje es central para la filosofía por cuanto constituye un instrumento privilegiado del razonamiento. Muchos filósofos contemporáneos –inspirados por Leibniz– han sostenido que la estructura del lenguaje constituye una matriz sobre la cual se desarrollan los pensamientos, de manera que el lenguaje es el vehículo del pensamiento. Tanto el lenguaje como el pensamiento son un cálculo en el cual se manipulan objetos sintácticos, recursivamente combinados. Frege, Russell y otros filósofos han intentado explotar esta intuición hasta sus últimas consecuencias. Así, han buscado construir un lenguaje perfecto que permita representar todos –absolutamente todos– los pensamientos posibles, incluidos los pensamientos relativos a propiedades matemáticas relativos a conjuntos infinitos. Es por ello, que el estudio de la filosofía del lenguaje ha sido tan profundamente decisivo no solo en el ámbito propiamente filosófico, sino también en la lógica y la matemática contemporánea dando lugar a toda una tradición de reflexión teórica que aún hoy continúa viva.

El lenguaje no solo expresa pensamientos, sino que muchos filósofos piensan que los pensamientos están indisolublemente unidos al lenguaje, de manera tal que sin un lenguaje es imposible tener pensamientos. Obviamente esta tesis utiliza una noción amplia de lenguaje, que excede ciertamente a los lenguajes naturales–como el inglés, el francés y el español– y se refiere, en cambio, al lenguaje como cálculo combinatorio. Otros filósofos dan al lenguaje un rol diferente, presentándolo más bien como una consecuencia de prácticas sociales compartidas que como elemento primitivo. Ambas tradiciones conviven en la filosofía contemporánea con períodos oscilantes en donde una de ellas parece sobrepasar a la otra, para luego retroceder, y ser, a su vez, superada por la alternativa.